Sólo él sabía qué hacía allí arriba. Como también sabía lo poco que duraría el momento. Miró a ambos lados de su vida antes de hacerlo. Seguía sin encontrar nada donde agarrarse. Hacia un lado todo seguía latente, como si no hubiera acabado aún. Ella seguía besando a ese tipo siniestro, desnudándose el uno al otro, lamiéndose, tocándose… Desde ese día dejó de ser su jefe y su único amigo. Ahora es el marido de la única persona a la que odia. Hacia el otro lado el panorama era aún peor, todo estaba oscuro y no podía ver nada. Al cerrar los ojos, comprobó en su pecho desnudo que la mañana era perfecta, tímido sol de invierno y ligera brisa de poniente. Respiró profundamente y al exhalar desterró de su ánimo las últimas dudas. Abrió los ojos, esta vez era el mundo el que le observaba a él. Se aseguró de llevar bien atados los cordones, de tener cerrados los botones del pantalón, y de llevar el reloj de pulsera en hora. Las nueve, cero, cero. Era la hora a la que nació hacía ya demasiado tiempo.
Cuando por fin decidió saltar al vacío, lo encontró lleno.
josa 01