El otro día, viendo callejeros, me emocioné viendo la dura vida de los almadraberos de Cádiz. Eso sí que es una vida dura, y no la nuestra. Por la noche soñé con ellos.
Era una casa vieja, con humedades en las paredes. Sobre una vieja cama de colchón de espuma descansaba un deteriorado cuerpo femenino por donde un día pasó la vida. Junto a ella, almas sin cuerpo buscan el invierno en un verano donde ya florecen los primeros dolores otoñales…
en pdf y en word:
DEJA TU COMENTARIO (bueno o malo)