Una vez, hace ya muchos años, un viejo sabio al que en casa conocíamos como abuelo, me dijo que la vida era muy cruel. Tanto como esa mujer a la que amas y que corresponde a otro.
La vida – me dijo muy serio, con el cigarro apagado entre sus labios – te regalará tres desgracias por la mejor de las suertes. Serán tres desgracias a cambio de un solo golpe de fortuna.
Primero murió el viejo sabio. Después cerraron la fábrica de papá y tuvimos que marcharnos del pueblo donde habíamos vivido siempre. Más tarde, en plena pubertad, murió mamá…
Finalmente apareciste tú.
El viejo sabio, una vez más, tuvo razón.
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