COSAS DE ELL@S
Como suele suceder desde que nació – hace ya cinco años – ese volvió a ser un día importante en su vida. Por la tarde se fue con una amiga a su casa – la gran Luci – y allí merendó y jugó, pasándole tan bien que no se acordó siquiera de volver a casa. Arrancarla de allí digamos que fue una tarea difícil y algo triste… Lloros continuados y un alma destrozada… la mía.
Después fuimos a un cuentacuentos en la biblioteca. Su hermana y yo, como suele suceder, tuvimos que salir antes de tiempo para no molestar a los demás, y jugamos en la plaza. Ella lo pasó bien, yo también, y los demás… ni te cuento.
Mientras yo leía unas hojas que tenía en la mochila, ella saltaba de charco a charco gritando que era Peter Pan. En menos de cinco minutos el agua llegaba a sus rodillas, pero no quise ser el Capitán Garfio. La dejé jugar.
Había estado lloviendo toda la tarde y estuvieron jugando en los charcos con sus paraguas Disney. Ni que decir tiene que se pusieron como sopas. Algunos miraban extrañados… pero a mí, no a ellas. ¡Esas niñas están como sopas!.
Después, estuvieron jugando en la bañera, cenaron ‘nubes’ de pollo y su mamá les contó un cuento nuevo que trajimos de la biblioteca.
Empieza la historia
21:25 horas.
Su hermana en la cuna ya está dormida. Ella hace lo propio en su cama, y entro en la habitación iluminada por una lámpara rosa para taparlas y cerrar la puerta.
Al entrar piso un peluche – es que a veces hay cosas por el suelo – y la niña abre los ojos.
Sonríe, me mira con los ojos ‘encarañublaos’ y sus ojos se van cerrando poco a poco, pero se resiste.
Subo dos peldaños de la escalera de su litera y me pongo a su altura. con uno de mis dedos acaricio sus cejas y su carita mientras me mira. Al recibir el contacto de mis dedos sonríe otra vez – mezcla de cosquillas y placer.
Durante no más de un minuto nos miramos a excasos centímetros, y mi dedo sigue paseando por su carita. En sus ojos puedo ver que está más dormida que despierta, aun así se resiste a ser presa del sueño.
El silencio solo era interrumpido por la música de piano de I like Chopin – ¿la recordais? – y dejamos de ser padre e hija para convertirnos en Hipnos y Morfeo.
Sus párpados pesan mucho, tanto que hasta a mí se me pegan sus gestos cansinos, y es un segundo antes de cerrarse, cuando sus labios se abren y me dicen:
– qué felices somos… ¿verdad?
A continuación, en medio de una leve sonrisa, cierra los ojos.
Después de soltar una lágrima contenida y deshacer el nudo que cruzaba mi garganta pensé, ¿quién es el que tiene cuatro años, ella o yo?
Y salí del cuarto bañado en lágrimas de emoción. ¿Será eso por lo que los queremos tanto?
qué curioso esto de ser padre ¿verdad? como cambia el cuento. Es real ¿no?
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¿es verdad o literatura? en cualquier caso me ha encantado. Es muy diferente a todo lo que has hecho. Es personal. Es humano. Es cotidiano.
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qué bonito, colega…te diría más, pero es que tengo un nudo…y los ojos “engüarchaos”…qué bonito.
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