Sólo él sabía qué hacía allí arriba. Como también sabía lo poco que duraría el momento. Miró a ambos lados de su vida antes de hacerlo. Seguía sin encontrar nada donde agarrarse. Todo seguía vivo, como si no hubiera acabado aún, pero él se sentía muerto ya.
Hacia un lado todo era odio, desprecio, persecución, un color diferente, una raza diferente… hasta una especie diferente.
Hacia el otro lado el panorama era aún peor y seguía tan oscuro que no conseguía ver las caras de esos a los que un día amó y a los que juró volver a ver.
Al cerrar los ojos, comprobó en su pecho desnudo que la mañana era perfecta, tímido sol de invierno y ligera brisa de poniente.
Respiró profundamente y al exhalar desterró de su ánimo las últimas dudas.
Abrió los ojos, esta vez era el mundo el que le observaba a él.
Se aseguró de llevar bien atados los cordones de unos zapatos que seguían sin pertenecerle y que nunca podría comprar. Después miró a sus manos comprobando que se estaban curando. Ya era demasiado tiempo sin trabajar.
Miró al campanario de la catedral. Las nueve, cero, cero. Era la hora a la que nació hacía ya demasiado tiempo.
Un último pensamiento antes de hacerlo… esa mujer que dejó y sus dos hijos a los que no mandaba dinero ya.
Entonces se decidió…
Y cuando por fin decidió saltar al vacío, lo encontró lleno.
EN PDF……………….el-negro1
qué triste verte en esa tesitura. Y lo peor, solo
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es aterrador, es fantástico. Me gustan los relatos que dicen tanto con tan pocas frases. cuánta angustia he sentido por ese hombre
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cuando saltó al VACÍO lo encontró LLENO. Genial juego de palabras
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hermosa frase la final
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