El retrato de Adele Bloch-Bauer es el más famoso entre los pintados por Klimt y la obra maestra del llamado “estilo dorado”. Su elaboración fue muy larga ya que existen dibujos preparatorios fechados en 1903 pero el lienzo definitivo no se concluyó hasta cuatro años después. En una carta fechada el 22 de agosto de 1903 Adele dice que su esposo ha decidido que Klimt le haga un retrato pero que empezarán después del verano.
En el retrato pintado por Klimt, la dama aparece sentada, como si estuviera flotando en el mar de oro que forma la estancia. Viste un vestido dorado que apenas permite distinguir su cuerpo del fondo y del sillón, cuyo respaldo se funde entre los mosaicos.
Las influencias de la estampa japonesa las podemos encontrar en la eliminación del espacio y la bidimensionalidad de la figura pero la verdadera fuente de este icono la encontramos en los mosaicos bizantinos de Ravena que Klimt había visitado en dos ocasiones en 1903. Incluso algunos estudiosos vinculan esta obra con las madonnas italianas de época medieval, al presentar un aspecto de madre y objeto de culto.En alguna ocasión se ha planteado una posible relación amorosa entre Adele y Klimt, basándose en la ausencia de sexo en el matrimonio de la dama