Como buen surrealista, Dalí plasma un mundo onírico en escenarios irreales y alucinantes. Aparentemente son objetos y personajes identificables pero en composiciones imposibles o en paisajes desolados. Un Dalí descamisado y con el pantalón roto aparece a la izquierda de la composición en actitud de pintar frente a un caballete con lienzo. Nos extiende su mano en el típico gesto del que no desea ser retratado pero es pillado in-fraganti. Los ojos muy abiertos y una expresión de loco y colgado nos ponen sobre aviso de su condición de artista extravagante y provocador, imagen que siempre gustó de cultivar. Detrás de él vemos a Gala, su esposa, y distintos personajes pobres y harapientos sobre el desierto. Es su visión del continente más pobre de la Tierra. Un guitarrista canta sentado en una barca. Todo es muy enigmático y se presta a diversas interpretaciones.
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JOSAYSUSCUENTOS 
La mano de Dalí. Sensación de -no, ahora no quiero que me miréis-
y sobre todo, un mundo onírico, pues no se me ocurre otra forma de poder llegar al significado final de sus cuadros. Depende todo del estado de ánimo, de los colores, de Gala la omnipresente, de mundos que nunca imaginé.
Me gusta Dalí. Loco, visionario, boutade…pero único. Y ahí está lo mejor de todo…y esa mano que rompe la cuarta pared»…fuera…estoy trabajando. Ni me mires.»
Me gusta mucho esa sonoridad que tiene este cuadro.
Me gusta Dalí.
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Este cuadro no es sobre África, es sobre el libre de Roussel «Impresiones de áfrica», leído por todos los surrealistas.
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el cobre es lo mejor, Dali me come las gónadas.
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