Cuando me tumbé en la cama aún estaba temblando. Allí mismo, donde ya me creía a salvo, fui incapaz de alejar el nerviosismo que me había acompañado hasta entrar en esa lujosa habitación del hotel más caro de la ciudad. No lo sabía a ciencia cierta pero estaba seguro de haber visto a un conocido en el hall, lo que hizo que todo mi miedo a ser descubierto ahondara aún más en mi propia inseguridad.

Era una fría mañana de lluvia, una de esas que, otrora, me invitaban a quedarme encerrado, recostado entre sábanas de piel y con el ameno aliento que no me pertenecía.

Hacía tiempo que lo echaba de menos, y últimamente me acordaba – al despertar siempre solo – de aquellos días cuando mi vida entera se alimentaba entre insinuaciones, besos y caricias que no duraron todo aquello que yo mismo hubiera querido.

Por eso me decidí de nuevo. La edad no era un impedimento para tener todo eso que tuve tan cerca en mi juventud. ¿Por qué iba a serlo?

Y por eso di el paso, alejándome de  miedos absurdos, de fantasmas que siempre supe que no existieron, y de extraños complejos antinaturales ante los que nunca me creí capaz de sucumbir.

Con la habitación totalmente a oscuras  esperé a que llegara. No sabía siquiera si ella se atrevería a acudir, pero aun así albergaba una pequeña esperanza. En el fondo, ella también parecía víctima de un matrimonio del que se había estado alejando sin pretenderlo.

¿La culpa? ¡vete a saber! El trabajo, los hijos, la edad… y todo eso salpicado de rutina.

Pensando en ella, y en el momento elegido para amarnos, volví a excitarme y a emocionarme como cuando aún no era padre y mi vida me pertenecía

Mis manos, presas de mi estado de ansiedad y de excitación sin precedentes cercanos, se posaron sin querer en mi entrepierna que empezaba a impacientarse solo de pensar en ella bailando solo para mí.

Cerré los ojos, me apoyé sobre la almohada doblada, y la imaginé desnudándose para mí, jugando con el conjunto de lencería que le había regalado hacía ya muchas semanas… quizás demasiadas. Tantas que seguramente hasta lo habría olvidado.

En cambio yo no dejaba de pensar en él. También pensaba en el gesto que me regaló al ver el modelito.

Era su cumpleaños, y no supe qué regalarle. Recordando las palabras de un viejo amigo lo tuve claro.

“Si quieres algo con una mujer tienes que desconcertarla”. Y vaya si lo hice.

En su cara había incredulidad, miedo, y, sobre todo, mucho nerviosismo por lo inesperado. Aún hoy me tiemblan las piernas cuando recuerdo cómo reuní todo el valor que no tenía.

Alejado de ella, rodeado de gente, vi como leía la tarjeta donde me citaba con ella en este lugar. Me miró y se ruborizó. Después guardó la tarjeta en la caja y no volvimos a hablar del tema.

Ya habían pasado tres días y comencé a perder todas esas esperanzas con las que había salido de mi puesto de trabajo.

¿Se acordaría del día que era?, y lo más importante: ¿Iría a su cita olvidando el trabajo y las responsabilidades del hogar y de sus dos hijas pequeñas? 

Tanto miedo tuve al encuentro que tentado estuve de abortar la misión. Pero ¿cómo hacerlo? y ¿por qué?  Aquella mujer me volvía loco casi desde el día que la conocí… incluso antes, cuando ya soñaba con ella sin haberla llegado a ver.

Todo el miedo desapareció al verla entrar por la puerta. La oscuridad no le dejaba ver con claridad, y, con voz temblorosa, me llamó casi entre susurros

–          Jose… ¿estás ahí? 

–          Sí – fue lo único que le dije.

Se desnudó en silencio, inmersa en la oscuridad.  Yo no pude dejar de pensar en los años que hacia que la deseaba…que la amaba… y en el momento que me tocaba vivir. ¡Por fin volvía a ser solo mía!

Emocionado recibí su silueta desnuda, oí al suave ruido de las sábanas mezclándose con su cuerpo, y finalmente la sentí sobre mí.

Su cuerpo seguía oliendo como cuando era una jovencita, y su tacto me deshizo el ánimo, arrebatándome la cordura. Y allí me di cuenta de la suerte que tenía…

Y es que mi mujer seguía siendo todo para mí… aunque ya nunca se lo dijera.

PARA IMPRIMIR…………………LA CITA MISTERIOSA

5 respuestas a “LA CITA MISTERIOSA”

  1. Me gusta como escribes y describes el momento.

    Besos Josa

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  2. No sé si es que te he leído y releído tantas veces que el final me lo esperaba tal cual.
    No obstante me sigue fascinando esa forma que tienes de describir el deseo, o más bien el deseo sexual. Me encanta.

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  3. Estoy con ellas, me gusta como describes los momentos…

    Un abrazo!

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  4. si os dais cuenta este relato es igual que otro qeu se llamaba EME. Por eso os suena tanto el final. Este es el mismo relato pero más largo.

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  5. aquí hay mucho listo (lista) suelto. ¿Ya sabían el final antes de leerlo? pues a mí me ha gustado mucho y no imaginaba el final. O sí. Me parece una declaración de amor muy bonita. Ojo, no digo que sea tuya sino del protagonista.
    Como dice el pintor me gusta como describes los momentos. Los haces reales, casi fotográficos

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