Actualmente, según el DRAE para referirnos a alguien “Engreído sin fundamento para ello”. Sin embargo, muy poco tiene que ver esto con el origen etimológico de la palabra, que llegó al español a través del latín idiota, idiotae, desde el original griego ἰδιώτης (*idiótes).
-Sobre por qué esta palabra, aun terminando en -a, se usa para el masculino (y obviamente para el femenino)
La raíz ἴδιος (*ídios), que en griego era lo privado, lo particular, lo personal. Con esta misma raíz tenemos idiosincrasia (DRAE: “Rasgos, temperamento, carácter, etc., distintivos y propios de un individuo o de una colectividad”) e incluso idioma (DRAE: “Del lat. idiōma, y este del gr. ἰδίωμα, propiedad privada. Lengua de un pueblo o nación, o común a varios”).
El idiota era simplemente aquél que se preocupaba sólo en sí mismo, de sus intereses privados y particulares, sin prestar atención a los asuntos públicos y/o políticos. Pronto esta palabra se convirtió en un insulto, ya que en la Antigüedad grecorromana la vida pública era de gran importancia para los hombres libres. Ser un idiota (como persona preocupada sólo de lo suyo) se convirtió en ser un idiota con la acepción actual, ya que en la democracia era considerado deshonroso no participar de ella.
De hecho, en la corriente estoica se veía como obligación del hombre sabio el ser un hombre público y político, por lo que despreciaban duramente a los epicúreos, para quienes la vida política no era más que una fuente de problemas, sufrimiento y, por tanto, infelicidad.
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