No tiene término medio. O muy amado o muy odiado; vividor de los de mérito, e ilustre entre los ilustres. También, por desgracia para muchos, desconocido entre los desconocidos por culpa de ser uno de esos escritores malditos.
Poeta y novelista, nacido en París en 1821. Al terminar sus estudios en Paris en 1834, fue enviado a las Antillas por su padrastro quien quiso alejarlo de la vida bohemia y licenciosa que el joven llevaba. A su regreso a Paris inició estudios de Derecho en 1840, incursionó en el ambiente literario entablando amistad con prominentes figuras del arte, y empezó a producir textos sobre crítica de arte y poesía.
Considerado como modelo y padre de la poesía moderna, publicó en 1857 su máxima obra, “Las flores del mal”, desatando una gran polémica por considerarla como una ofensa contra la moral pública. Luego aparecieron “Pequeños poemas en prosa” y Paraísos artificiales publicados en 1860.
La sífilis que contrajo debido a su vida desordenada, le produjo afasia y una parálisis parcial que lo condujo a la muerte en 1867.
En su estética literaria Baudelaire proponía la desaparición del yo en el poema, es decir, la sustitución de la presencia personal del autor por la pura lógica interna de la obra regida según su ley compositiva. A partir de Baudelaire ya no se hablará más del poeta sino de la poesía misma. Es una estética dominada por el esencialismo, la concepción de un arte literario depurado de prosaísmos y estímulos de circunstancias extrañas a la función creadora. A ello se sumaron sus creaciones de técnica y la rigidez gramatical.
Su gusto por la sinestesia también proviene del misticismo, el ocultismo y el sincretismo. Las sensaciones nos revelan lo oculto. La unidad de la naturaleza se demuestra en que a cada olor le corresponde un sonido y un color. El soneto “Correspondencias” contiene toda la teoría sinestésica que, aunque inconscientemente practicada por los grandes exponentes de la poesía universal, van a desarrollar los parnasianos y simbolistas de la segunda mitad del XIX.