yo también soy inmigrante. Como todos esos a los que llamais moros de forma despectiva, yo también tuve que salir de mi casa, dejar a mis seres queridos, y el olor del mar de mi tierra.
Cada vez que los llamais moros, sudacas o extranjeros, de esa forma tan despectiva también me estáis insultando a mí. Supongo que os dará igual, pero si no es así intentad no hacerlo. Yo también echo de menos a mis padres, hermanos, familia y amigos… Y el olor de la tierra. Sé que no es nada fácil alejarse de la gente a la que quieres, de las calles donde jugaste cuando niño, e irte a la aventura (a la dura aventura de buscar trabajo). La diferencia entre ese moro y yo es de apenas 20 kilómetros de mar, de religión (esa diferencia también la tengo con muchos de “aquí”) y de forma de ser (¿y a quién me parezco yo de este pueblo o de mi propia casa?)
Lo peor de todo – y de ahí mi tristeza – es que hace bien poco, una niña a la que quiero con locura (y que no es nada racista) me dijo que no invitaba a un amigo suyo a su cumple porque era moro. Le pregunté ¿Y por qué?, y su explicación fue clara y sencilla. Fue como una clave ya escrita y sabida por todos. Me dijo que nadie invitaba a los moros a su cumpleaños.
¿Es eso lo que queremos?
tan solo es una pregunta. Yo tengo clara mi respuesta (la mía) ¿y tú?
Comentario al uso (de mayores y menores): Cuando un español le pega a otro se dice (muy a menudo) que Juan y Carlos se están peleando. Si es Ibrahim el que le pega a Carlos, se dice que un moro le ha pegado a tu hijo.
Por cierto, yo también he hecho comentarios desafortunados alguna vez. Tan solo pido que los corrijamos para que nuestros hijos no nos imiten.
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