En su muerte, el 24 de agosto de 1997, Antonio Palma escribía
estas sentidas palabras:
“Esta mañana que se despierta lluviosa y plomiza. Sólo el cielo
mortecino de otro fin de agosto podrá recordarnos el día en que
dejaste tus gafas negras sobre la tapa del piano y saliste al
encuentro de tus hermanos Art, Duke, Thelonious… Ya estás allí
amigo Tete, al otro lado de esta cortina gris que hoy nos llena de pesar.
Hoy sólo quiero que no acabe de salir el sol, que sigan lloviendo
gotas enormes como tus acordes, pausadamente como tus escalas, que
la tempestad lo invada todo, cuajando de armonía hasta el último
silencio, como solías hacerlo tú en cualquier sala oscura de nuestras
ciudades. Oscura como hoy, como el día en que te fuiste, amigo Tete”.