Hubo un día en el que la maquinaria que movía el mundo se detuvo. La gente no entendía nada, y los que mandaban menos aún. Fue el mecánico del mundo – ese al que unos llaman Dios, otros Alá, y otros “nosotros mismos” – el que dijo: Os acabo de mandar la herramienta necesaria para que el mundo siga avanzando, para que arregléis el desaguisado que día a día provocáis. ¿Es que no la habéis visto aún? ¿no habéis visto su carita? Todos fuimos así y todos podemos serlo. Todos podemos ser tan felices como Berta y los suyos..l. ¡Todos!.
Felicidades, mundo… Felicidades, familia