Era solamente allí, en la playa, donde sus pies volvían a calzarse aquellas viejas chanclas de suelas gastadas de su niñez. Era allí – solo allí – donde podía deshacer el tiempo a su antojo…¡Y vencerle!
Y recuperar besos con sabor a vainilla, y juegos a los que ya no jugaba, y seres que ya se fueron. Era allí donde el tiempo no existía, donde la vida no pasaba, sino que se quedaba…