Nunca, en el resto de su vida, encontró, un silencio igual que aquel silencio que encontró cuando – por fin – pudo entrar dentro de ella… Y en ella se quedó, sin respirar… Solo aspirando. La pena es que, como persona que era, tuvo que abandonar ese silencio y salir a la superficie para poder respirar.
Por suerte, ese mar siempre estaría allí… Aunque no fuera el suyo.
creo que no hablas del mar sino de una mujer ¿es así? Me gusta
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