Siempre que esa otra Marga recorría ese pasillo se sentía otra persona… Era como si ella misma estuviera leyéndose en una novela. A cada paso una frase, y eso le hacía sentirse casi inmortal en esos momentos. Eso sí, no era lo mismo al llegar que al marcharse… Cuando llegaba su cuerpo volaba, empujado por la emoción, el miedo y el deseo, y hasta era capaz de percibir el aroma de Javier y saber en la habitación que esperaba sin necesidad de mirar el número de la puerta.
Al marcharse, hasta las finas lágrimas que derramaba parecían arrastrarla por la moqueta que iba pisando… Y solo deseaba volver. No irse más.
Marga te entiendo perfectamente. Una llega con todas las ilusiones, con miedos, con esperanzas y con una carga de adrenalina que se queda en la habitación. Cuando sales después no es lo mismo y solo queda el miedo a ser descubierto y los reproches por haber hecho lo que has hecho. Es un gran capítulo Josa
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no entiendo de literatura pero me gusta esta historia y me tiene enganchada y alomejor es una tontería pero me ha encantado eso de que sería capaz de llegar a la habitación de él solo por su olor. Es una pasada
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el blog me parece espectacular
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