Todas las noches de verano ella salía de casa y caminaba, siempre descalza, hasta el mar. Sobre la fría arena se despojaba de sus escasas ropas de noche y se sentaba frente a la luna tan desnuda como hermosa… Era entonces cuando para mí, que espiaba a escondidas, parecía hacerse de día… Dos lunas juntas eran como el mismo sol, y la noche se convertía así en día… Lo malo – o lo bueno – es que todo eso solo sucedía en mis sueños…
