Estaba feliz, cómodo… Agusto, como siempre se está junto al mar. Estaba en la playa de nuevo, sólo, y no creía necesitar nada más. Había sol, se respiraba la sal, se veía la luz y oía el sonido del agua. De pronto, de la nada,caminando con dificultad sobre las piedras candentes, nació la música entre el silencio del medio día…
Era una melodía diferente, sublime al oído, penetrantemente dulce al gusto, elegantemente inspiradora, tejedora de sueños perversos, de vaivenes ondulantes y de melena… De larga melena tan clara como el sol.
Precioso final
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