¿A alguien le apetece dar un paseo? Sólo eso, un paseo. El destino no sería algo físico – o sí. El destino sería una sonrisa, un momento feliz, un beso escanciado, o un enorme grito de éxtasis.
A bordo no podrían entrar las nubes, ni la lluvia, ni aparecer lagrimas, ni reproches, ni bañadores, ni ropas, ni puñales, ni miedos, ni zozobras, ni deseos oscuros, ni mentiras, ni secretos… Tampoco remordimientos.
Durante la travesía los tripulantes serían sonrisas en el alma, mar en el cuerpo, brisa en la cara, vino en la garganta, fruta entre los dedos, y risas y palabras que no hablen de nadie salvo de los que estén en la cubierta del velero.
Sí, tienes razón, siempre pasará algo más… Pero, lo que pasara en el barco en él se quedaría, y nunca se podría contar… Si acaso escribirlo y meter el mensaje en una botella, y dejarla en el mar.
¿Qué…? ¿Te vienes…?
