Matar es lo peor, pero matar a un poeta…
Matar a un poeta es como matar a un niňo…
Sólo un desalmado sería capaz de algo así,
de dejar huérfana a la misma vida…
Porque después de matar a un poeta
la vida se siente así: huérfana y derrotada.
Lo que no saben los asesinos es que
a un poeta nunca se le puede matar.
Y si se le mata… ¡Vive aún más!