Ella, unos días, era como el agua del mar en verano… Era cristalina, estaba salada, resultaba refrescante, parecía una niňa, y siempre que la mirabas se antojaba eternamente fresca… Uno la miraba, y deseaba siempre darse un chapuzón, como cuando era un niño.
Ella, otros días, era como el agua del mar en invierno… Era cristalina, lejana, resultaba imposible, parecía una mujer desnuda, cubierta por sábanas, y siempre que la mirabas se antojaba eternamente fría y prohibida… Uno la miraba, y deseaba siempre acercarse, pero también uno se sentía ya demasiado mayor para chapuzones.
lo único que pedimos desde aquí es que esa mujer a la que escribes todas estas cosas al menos sepa que van dedicados a ella ¿lo sabe no? Estas cosas tienen que saberse. El amor es precioso como para que no se sepa que existe
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ay esa contradicción eterna. En verano todo es más fácil ¿verdad?
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triste cuando el ser al que deseas no te desea ¿verdad?
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