Cada vez que estaba junto a ella me alejaba de los cuarenta y volvía al cumpleaños de los diez… Mirarla era como soplar aquellas velas rodeadas de rayas de color, cerrar los ojos y pedir un deseo; acariciarla era escuchar aquel “te deseamos todos… cumpleaños feliz”; y besarla era como volver a desenvolver aquel regalo tan esperado, ese que siempre que veías en el escaparate de la tienda, y lo pedías, tu madre te decía: “para tu cumpleaños”.
Con ella siempre era mi cumpleaños
tuchica
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me encanta la manera de sentir cosas ¡que suertudo!
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esto es lo más ¿todo el blog es así? qué pasada de escritos y de dibujos y fotografías. EStoy alucinando
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¿Y una fotografía tuya para reconocerte por las calles?
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maravilloso
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menudo montón de mierda ponéis en los comentarios claro que no me estraña nada viendo lo que se escriben en la pagina
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Eres un capullo Manuel, pero con gracia!!
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