El viejo tronco – ¿o era yo en esos días? – era triste y desolado, siempre de color grisáceo, pero la lluvia – ¡Ay la bendita lluvia! – sacó de él sus mejores colores, esos que ni el mismo Degás, ni Dalí, ni Modigliani, ni Juan Gris, ni Moreau, ni ningún otro artista podría sacar…
Pero… ¿Fue la lluvia la que lo hizo, o eran mis ojos?
GRACIAS POR LA FOTOGRAFÍA, AMIGA.
Creo que es el mejor blog que he visto nunca
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estoy contigo P en que este blog es mucho más que una página web. Este blog es yaun lugar donde siempre miro y descubro cosas nuevas. Gracias Josa motril me encanta lo de la lluvia de hoy
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