
Ella, que conocía de sobra eso de amar y no ser correspondido, cometió el error de salirse de su propio guión ya establecido desde que era una adolescente y sufrió por primera vez. Fue allí donde aprendió a amar sin ser amada,donde aprendió a besar con los ojos, donde aprendió a hacer el amor en sueños…
Casi a sus cuarenta ya cometió el error de querer algo más de lo que sabía que existía, de reclamar algo que no podía ser reclamado, y fue allí, en ese momento, donde acabó todo entre ellos dos.
Aun sabiéndolo arriesgó. Ella no quería otra cosa que un día inmersa en él, uno sólo, y si acaso ni completo… Es decir, eso que siempre supo que jamás sucedería. Y aun así lo pidió, porque creyó que con él sería diferente, que con él podría haber estado equivocada toda la vida, pero… ¡Cuánta razón tuvo siempre!
Por eso, nunca más se lo pediría… Ni a él ni a nadie, como siempre había hecho… ¡Nunca más!
A no ser que alguna vez volviera a aparecer alguien tan especial como él… ¿Entonces? ¿Qué hacer?