Esta mujer tiene una mirada… ¿Tiene una mirada? Si la tiene, sin duda es una mirada más que ausente. Esta dama de la deidad tiene una expresión distante y ensimismada que nos lleva a su mundo interior preguntándonos: ¿qué está pasando ahí adentro? ¿Seré yo lo que esté pasando?
En sus ojos hay letras, pero no son las letras de mi nombre… Ni siquiera era el nombre de Botticelli. Y él – pobre de Sandro – lo sabía. Por eso la pintó así… La pintó así para él, y también para mí, cuando la descubriera un día paseando por la calle de mis sueños.
Y unos pobres diablos compartieron su sueño, y el milagro sucedió.