Llegó el mes de Julio. Calor. Con él llega mi cita obligada desde hace más de cuarenta años. Con él llega mi regreso al lugar donde siempre estoy, al lugar del que nunca me he ido, y al lugar donde más me gusta estar… Sí, lo reconozco, yo soy muy de la playa.
Con el mes de Julio dejo La Meseta y me bajo a mi playa, a esa que me ha estado acompañando durante más de cuarenta veranos, a esa donde he reído, donde he jugado, donde he nadado, donde me he protegido, donde he aprendido, donde he amado, y donde siempre – siempre – me he sentido como en mi propio hábitat natural.
Sí, vuelvo a la playa por fin, pero este año vuelvo de una manera diferente. No sé si es que me hago mayor, o qué, pero tengo la necesidad de bajar a devolverle, y no sólo a pedirle como siempre he hecho. Vuelvo para devolverle todo el amor que me dio, todo su cariño, toda su agua, todo su frescor, y todos sus abrazos de espumas blancas y piedras de colores.
Vuelvo a mi playa, sí. ¡A mi playa! Unos le llaman Mediterráneo, otros Pelaillo, otros La Rijana, otros Calahonda, otros Tarifa, otros Málaga, otros Cádiz, otros Levante, otros Atlántico, o Cantábrico… En casa siempre la llamamos de la misma manera: MAMÁ.
Si no existe el mejor hijo del mundo es por culpa de todas las madres… Cada una tiene su candidato, y algunas tienen varios, como la Carmencita.
Nos vemos ya mismo, doña Playa.
JO, YO HECHO MUCHO DE MENOS A MI MADRE
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qué bonito josa
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tu madre estará orgullosa de ver que su hijo le está tan agradecido. Gracias josamotril y que dios te bendiga
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