
A principios dell Siglo XIII los judíos estaban mal vistos en Castilla, y casi todo el mundo tenía derecho a ofenderlos, humillarlos y maltratarlos. Fue el rey Fernando III ‘El Santo’ quien promulgó un decreto prohibiendo que se persiguiese a todos los judíos que vivieran en Villadiego, en la provicia de Burgos, a los que deseaba proteger poniéndoles bajo su protección y custodia.
Así los judíos, al enterarse de aquello, consideraban esa villa como su santuario, y cuando, en otros pueblos, se sentían amenazados “tomaban las de Villadiego”, es decir, se apresuraban a buscar refugio y seguridad en dicha poblacion.
Allí debían vestir una especie de calzas amarillas, que los identificaban como judíos protegidos del monarca, y por lo tanto no sometidos a otras vejaciones o maltratos.