
– ¿me invitarás un día a salir? – me preguntó ella en el patio de la facultad, cansada de aquella timidez de ambos que no terminaba nunca de romperse
– sólo te invitaré a salir si tú me prometes que, después, me invitarás a entrar – le respondió él.
Y así fue… Ella por fin consiguió salir con él, como tanto deseaba, y él, por fin, pudo entrar en ella, como tanto deseaba.
Podría decirse que ambos perdieron cuando aquello se rompió tiempo después… Pero también podría decirse que ambos ganaron eso que tanto desearon hacer.
dedicado a la chica de verde
qué maravilla
Me gustaMe gusta
qué bonito. EStoy de acuerdo con ing
Me gustaMe gusta
eres un marrano. Salir no es lo mismo que el entrar que has escrito
jajajajaja
Me gustaMe gusta