
¿Verdad, querida Isabel y querido Santi, que es una “putada” tener que ver semejante obra de arte detrás de un cristal y a cierta distancia? La culpa es de un loco que, en 1972, se alzó sobre la escultura, y martillo en mano propinó una serie de desperfectos que afectaron a la Virgen (párpado izquierdo, nariz rota y rotura de varios dedos de su mano izquierda). Se procedió a un meticuloso proceso de restauración. Como consecuencia de aquel atentado se blindó el grupo por medio de una pantalla de cristal que la protege en la actualidad de nuestro deleite.

Laszlo Todt entró un domingo como un peregrino más dispuesto a recibir la bendición papal. Logró burlar la seguridad entre la multitud. Se alzó sobre la barandilla de mármol situada a la entrada de la capilla de San Pedro y arremetió contra la escultura con un martillo de geólogo que llevaba guardado en el traje. Asestó hasta 15 golpes a la escultura al grito de «Yo soy Jesucristo y he regresado de la muerte».

