
Ella, como mujer sensata que pensó siempre ser, nunca creyó en la existencia de seres mitológicos, o de cuentos ancestrales que tuvieran poderes especiales, o que pudieran vivir vidas maravillosas… Ella, por ejemplo, nunca creyó en la existencia de las sirenas.
No dejaba de ser curioso que, para algunos otros, ella misma fuera la prueba fehaciente de la indiscutible existencia de tales seres maravillosos.
dios mío
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¿y eso no te pasará por las mañanas cuando llevas a tu hija al colegio?
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guiño
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