CUENTO PARA TODOS LOS NIETOS DE SEVILLA LA NUEVA (aunque sus abuelos ya no estén)

CEI Ntra. Sra. de la Encarnación: ¡Una oración por los abuelos de nuestras  Jirafitas!

Hoy te voy a contar una historia que te va a sonar muchísimo. Es la historia de una niña que, aunque no vivía en Sevilla la Nueva como tú, sí tenía los mismos años que tú, vivía en una casa como la tuya, y con una mamá muy, pero que muy parecida a la tuya.
Todas las noches esa mamá le peinaba el pelo para que lo tuviera limpio al día siguiente, y le preparaba un buen vaso de leche, con cuidado de que no estuviera muy caliente… ni muy frío tampoco. La niña, con su mamá a su lado, se sentía protegida y, sobre todo, dichosa.
La voz de mamá era lo único que necesitaba antes de dormir en su mullidita cama, tapada con su sábana y su manta de colores. Siempre a su lado, su mamá le contaba un cuento como este que estás leyendo tú. Y lo hacía con todo el cariño del mundo, para que su hijita durmiera feliz y tuviera sueños bonitos.
Nada importaba si su mamá estaba cansada, si tenía hambre, sueño, o frío… Lo primero siempre era el cuento de su hija, y no había nada capaz de romper ese bonito ritual.
Mientras la niña escuchaba el cuento, iba cerrando los ojos, abrazada a su osito. Emocionada, escuchaba la historia que le contaba su mamá. Allí se olvidaban todos los enfados del día, los daños ocasionados por cualquier caída, o cualquier pelea con un amigo del cole o de la plaza… Al lado de mamá todo era alegría. A su lado su cama parecía hecha de nubes, su almohada con gominolas, y las mantas que la cubrían de la piel de las ovejas que pronto empezaría a contar.
La mamá, disfrazando su voz con la de los personajes de los cuentos, siempre hacía sonreír
a la niña, que se creía la protagonista de las historias que le iba contando. Las historias siempre eran diferentes, pero el final siempre era el mismo: «y colorín colorado…»
Después de leer el cuento la mamá se acercaba a la niña, la tapaba para que el frío no
encontrara un hueco por donde adentrarse en la cama, y le besaba en la frente, deseándole los
mejores sueños. Después la mamá abandonaba la habitación sin hacer ruido, dejando la puerta entreabierta para vigilar que nada le asustara mientras la niña sonreía… Las cosquillas del beso aún estaban guardadas sobre su cara.
¿Verdad que esa niña es muy parecida a ti? ¿Y verdad que la mamá es muy parecida a tu
mamá? ¿A que sí?

Pues…¿Sabes quién era esa niña del cuento?
Esa niña del cuento no eras solo tú. También era tu mamá. Y la mamá del cuento era la abuela. Pero de eso hace ya muchos años. Lo que pasa es que, ahora que tú estás aquí, parecen menos. Gracias a ti todo ha despertado de nuevo, y parece más cerca de nuevo para mamá. Por eso mamá, alguna vez, suelta una lagrimita cuando te cuenta un cuento: porque se convierte en ti, muchos años atrás.

Y por eso te pregunto. ¿le has dado un beso hoy a la abuela? ¿No? ¿y a qué esperas?

A TODAS LAS ABUELAS DE TODOS LOS NIÑOS DE SEVILLA LA NUEVA.

(Y si crees que la abuela está lejos deja el beso en la ventana. Seguro que le llega)

5 comentarios

  1. soy una mamá a la que la abuela se le fue en esta pandemia. Muchas gracias josamotril. La proxima vez que te vea pro la calle te doy un beso. Muchas gracias se lo leere a lucia esta noche

    Me gusta

DEJA TU COMENTARIO (bueno o malo)

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.