……..Ambos creían que Lena dormía. En realidad a papá le daba igual… Estaba muy borracho como para pensar en alguien que no fuera él mismo.
Cuando Lena despertó sabía que otra vez estaba ocurriendo.
Entre la oscuridad de su dormitorio salió al pasillo y lo recorrió lentamente. Los gritos de mamá eran casi imperceptibles. Para ella no.
Una sombra en movimiento se grababa en la pared del pasillo, sobresaliendo por la puerta abierta.
Unos brazos vigorosos se alzaban una y otra vez sobre un frágil cuerpo. Un puño cerrado agarraba la larga cola del cabello de mamá. Era guapa hasta su silueta. El otro golpeaba violentamente.
Papá volvía a pegar a mamá. Mamá no lloraba. Ya no le dolían sus golpes, ni sus patadas… su único dolor era que Lena escuchara sus gritos. Por eso callaba. Y eso enojaba más a papá, que seguía golpeándola e insultándola…
Esas eran heridas que ya no dolían……..
pobre muda. No es triste. Es tierno, muy tierno.
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Estoy con Ana Mari. Late una ternura en el relato muy grande.
Aunque despierte ese lado melancólico…
tiene esperanza, y eso es bueno.
Como decía-cantaba aquel tal Sanz…»Hay días que….» Pues eso.
Precioso el relato, Josa. Ayuda a reflexionar, y eso se agradece.
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¿cómo es que la madre dejó que Lena fuera a la cárcel? eso no me lo puedo creer. ¿Qué clase de madre es esa?
Me gusta la historia de Lena. Es verdad lo del título. ES NUESTRA LENA. TODOS TENEMOS QUE AYUDAR A NUESTRAS LENAS
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es una preciosidad
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¿puede ser lo más bonito y oscuro que he leído en mucho tiempo? Creo que sí. EStá lleno de cosas preciosas, que no dices, pero que están ahí.
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pobre lena
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si cheee re lindo 🙂
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gracias
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¿cómo se me había podido pasar este relato?
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qué bonito josamotril
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